Se trata de un libro cargado de información estadística y científica, resultado de la organización y análisis de un enorme grupo de investigación bajo su dirección, sobre algunos de los principales problemas que enfrenta la economía global: la sostenibilidad medioambiental, el reto demográfico y la prosperidad para todos.
Con esta entrada deseo transcribir algunas de sus ideas y datos fundamentales, junto con algunos comentarios personales que me atrevo a formular.
SOSTENIBILIDAD MEDIOAMBIENTAL:
Para comenzar, resulta interesante visualizar el desequilibrado aumento de la riqueza de los últimos 200 años:
En 1820 la nación más rica del mundo, el Reino Unido, tenía una renta per cápita media más o menos tres veces superior a la de la región más pobre, el Africa subsahariana. En el año 2005, el país más rico del mundo, Estados Unidos, tenía una renta per cápita aproximadamente veinte veces superior a la de la región más pobre, que seguía siendo el Africa subsahariana. (p.30)
Todo ello a pesar que:
La tierra dispone de la energía, la superficie de cultivo, la biodiversidad y los recursos hídricos necesarios para alimentar a la humanidad y sustentar la prosperidad económica a largo plazo para todos. El problema es que el mercado tal vez no conduzca a su aprovechamiento prudente y sostenible. No existe ningún imperativo económico que nos condene a agotar nuestras reservas de recursos vitales, pero tampoco hay una mano invisible que nos impida hacerlo. En nuestra mano está hacerlo por medio de medidas públicas y cooperación global. (p.41)
A partir de la revolución industrial, como se precisa más abajo, hemos asistido a un crecimiento sin precedentes en la población, lo que también ha tenido un impacto profundo en el medio ambiente:
A diferencia de las 280 ppm de la era preindustrial, en la actualidad la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera es de 380 ppm. Este incremento de 100 ppm es fruto de la deforestación y la quema de combustibles fósiles. (p. 58)
Esta quema de combustibles fósiles se explica en buen medida por el aumento de vehículos de motor, particularmente en los países desarrollados:
En el año 2003 había en China unos 24 millones de vehículos de motor; aproximadamente 18 por cada 1000 habitantes. En Estados Unidos hay aproximadamente 250 millones de vehículos de motor, o, lo que es lo mismo, unos 800 por cada 1000 habitantes. (p.64)
A pesar de todo lo anterior, la mayoría de seres humanos actuamos como si nada estuviere ocurriendo, o como si todo esto fuera problema de otros:
Todas las evidencias científicas nos indican a gritos que nuestra actuación en un planeta superpoblado no puede seguir rigiéndose por la creencia de que «de momento, va bien». Las verdaderas enseñanzas del cambio brusco son la prudencia, el respeto por los sistemas interconectados de la tierra y un compromiso común para mirar al futuro. (p. 67)
Tanto así que, resulta más que oportuna esta comparación:
El optimismo actual es semejante al de un hombre que mientras estuviera cayendo al vacío desde el decimotercer piso de un edificio dijera al pasar por el décimo: «Por ahora, todo va bien». (p.127)
La mayoría de nosotros no nos damos cuenta que:
Estamos devorando los sistemas que sustentan nuestra propia vida y, mientras lo hacemos, buscamos excusas para restarle importancia. (p.111)
Es por ello que el autor propone que:
Para gestionar el balance del carbono no es preciso que modifiquemos toda nuestra sociedad, pero sí plantar cara a seis conjuntos de actividades importantes. (p. 79)
- Debemos frenar o detener la deforestación.
- Debemos encontrar formas de reducir las emisiones derivadas de la producción de electricidad.
- Debemos reducir las emisiones lanzadas por los automóviles.
- Debemos sanear unos cuantos procesos industriales de primer orden (acero, cemento, productos petroquímicos).
- Debemos reducir el consumo de electricidad incrementando la eficiencia de los motores, los aparatos, el aislamiento y otros elementos determinantes de la demanda de electricidad.
- Debemos convertir los focos de emisiones que se dan en los edificios (como los hornos) en sistemas eléctricos alimentados por electricidad con bajo nivel de emisiones.
EL RETO DEMOGRÁFICO:
Uno de los aspectos a los que quizás menos importancia le atribuímos en los últimos tiempos es al del crecimiento exponencial de población a nivel global, pese al inusitado aumento experimentado en los últimos dos siglos, situación que nos enfrenta a retos que nunca antes la humanidad (y el planeta) había debido enfrentar:
Comparado con los sucedido en los últimos siglos, el incremento de poblaciones humanas producido desde el año 1 d.C. hasta la revolución industrial a comienzos del siglo XIX fue extraordinariamente paulatino e irregular. Durante aproximadamente 1800 años, la población mundial se multiplicó por cuatro para pasar de los alrededor de 230 millones estimados en el año 1 hasta los 1000 millones, alcanzados por primera vez en 1830. En los 175 años siguientes, la población mundial se multiplicó por más de seis, desde esos 1000 millones hasta los 6500 de 2005. (p. 51)
Pero si el bienestar medioambiental no interesa a muchos ciudadanos, quizás sí les interese saber que:
Las zonas que cuentan con una población joven muy numerosa son menos estables que las poblaciones de mayor edad. Hay demasiado gente joven por cada adulto; en concreto, hay demasiados varones jóvenes que pueden ser potenciales combatientes, de entre quince y treinta años, por cada anciano de la sociedad, más maduro y potencialmente conciliador. Los jóvenes, sobre todo los varones jóvenes sin garantía de empleo, son víctima de los delirios enfermizos de los manipuladores políticos. No se trata de culpar a los países más pobres de su sufrimiento ni de temerlos. Se trata de sugerirles, y de sugerirnos a nosotros mismos, que reducir la TFT (tasa de fertilidad total) de cifras muy elevadas redunda en su propia seguridad y en la nuestra. (135)
En varios apartes de libro se explica la conexión directa que existe entre población joven, encases de alimentos y agua con los conflictos bélicos más temibles al rededor del mundo.
PROSPERIDAD PARA TODOS:
Esta prosperidad parte de comprender que:
El motivo fundamental para creer que la prosperidad puede extenderse a todos los rincones del planeta es que la ciencia y la tecnología mismas que sustentan la prosperidad del mundo rico están también potencialmente al alcance del resto del mundo. (p. 162)
Así mismo, es muy importante que todas las naciones alcancen el desarrollo económico:
El desarrollo económico exige que todas las economías superen cuatro obstáculos: debe existir un ahorro interno adecuado, un sector exportador competitivo capaz de obtener las divisas necesarias para adquirir tecnología de importación, un gobierno económicamente fuerte que pueda financiera las infraestructuras adecuadas (carreteras, redes eléctricas y hospitales) para complementar la inversión del sector privado y la capacidad para adaptar las tecnologías internacionales a las condiciones y necesidades ecológicas locales. (p. 165)
Pero para que esto sea posible resulta necesario superar una serie de ideas que hicieron tanta carrera durante las últimas décadas:
La idea de que el crecimiento se basa en el mercado es cierta, pero representa tan solo la mitad de la historia. La acción del gobierno pone los cimientos para el crecimiento económico a largo plazo garantizando que los elementos esenciales de la infraestructura social y física existen y funcionan con eficacia. (p. 167)
De una parte, encontramos la posiciones de "derecha":
Los ideólogos de la libertad de mercado advierten que la competitividad en el sistema internacional se ha vuelto aun más intensa. La amenaza que, según se percibe, los competidores del exterior plantean a la prosperidad del país supone que es preciso volver a concentrar toda la atención sobre la competitividad y el crecimiento económicos. Se deben eliminar los obstáculos para el desarrollo de las empresas y para el ahorro y la inversión. Es preciso rebajar los impuestos y favorecer la obtención de beneficios. La posición de un país en la economía mundial se verá seriamente afectada si tiene que soportar la carga de un gasto social elevado.
Muchos economistas sostienen que la red de prestaciones sociales debería continuar estando limitada para que no disminuyan los incentivos a la innovación y la asunción de riesgos. El economista y teórico político Joseph Shumpeter elaboró en la década de 1940 la muy influyente teoría de la destrucción creativa, según la cual el éxito económico exige intrínsecamente el fracaso de algunos sectores con el fin de dejar sitio al auge de otros sectores punteros nuevos. En el mercado ingresan continuamente ideas nuevas que desplazan a las viejas y suelen derrotarlas; en este proceso, los trabajadores, las empresas y los sectores más débiles pierden. El crecimiento y desarrollo económicos son por tanto prejudiciales para las víctimas de la destrucción creativa. Según algunas interpretaciones, una red de prestaciones sociales ralentizaría la sustitución de los sectores atrasados por otros emergentes y frustraría los beneficios de la iniciativa empresarial y la innovación.
Otra crítica significativa que la derecha hace al Estado de bienestar es que representa una amenza directa para las libertades individuales. El economista Friedrich Hayek sostuvo en su influyente libro “Camino de Servidumbre” que la implicación a gran escala del Estado en la economía desembocaría en la aniquilación de las libertades individuales. Si bien dirigía en primera instancia sus críticas a las economías comunistas planificadas y centralistas y al control que ejercían sobre a industria, posteriormente las generalizó a las denominadas «economías sociales» y sus costosas políticas de bienestar. (p.202)
Y de otra parte, las posiciones de "izquierda":
Los partidarios de las inversiones sociales opinan que se debe elevar mucho el gasto social, precisamente porque la globalización desgarra el tejido de la igualdad económica. La creciente brecha de renta entre los trabajadores cualificados y no cualificados, por ejemplo, exige subir los impuestos a los primeros, más ricos, aunque solo sea para contribuir a financiar los gastos sociales dedicados a aquellos que quedan rezagados. (p.202)
La opinión, muy extendida en Suecia y en algunos otros estados de bienestar, sostiene que, precisamente porque el capitalismo es tan turbulento, es de vital importancia tender red de prestaciones sociales que recabe el apoyo de la población a una economía sometida a fluctuaciones constantes. El razonamiento afirma que, sin seguridad social, la gente probablemente exigiría proteccionismo y garantías de empleo ajenas al mercado. (p. 202)
Pero como casi siempre, la respuesta se encuentra en el equilibrio entre los dos extremos descritos, y de allí que sea sensato afirmar que:
El debate sobre la seguridad económica se parece al relativo a la pobreza, el medio ambiente y el desarrollo sostenible. Como se fundamenta tan poco en los datos, produce un fuerte acaloramiento, grandes dosis de retórica y poca determinación. (p.203)
No puede, por ende, suscribirse ideas claramente erróneas e injustas:
Algunos economista han suscrito la opinión errónea y simplista de que se puede confiar en que los mercados resuelvan todos los problemas. William Easterly, por ejemplo, atacó la idea de que fueran necesarios planes y coordinación a gran escala para facilitar medicamentos a los pobres señalando que a manos de los lectores han llegado millones de ejemplares de libros de Harry Potter sin ninguno de estos planes espectaculares. La diferencia, claro está, es que los lectores de Harry Potter tienen dinero para adquirir los libros, mientras que los más pobres del mundo carecen de los medios, por ejemplo, para comprar los medicamentos que les salven la vida. (p. 248)
Debe por tanto, permitirse que el mercado actue pero siempre con el acompañamiento del Estado. Y es que el papel del Estado, junto con el mercado, es fundamental, más ello requiere de instituciones fuertes y de unos ingresos públicos sostenidos:
Cuando el gobierno es incapaz de construir carreteras, una red eléctrica y otras infraestructuras básicas, el sector privado languidece. El resultado es una trampa de la pobreza. Este tipo de colapso fiscal es una de la causas más importantes de los fracasos de los países más pobres en el desarrollo económico. La trampa fiscal resulta tanto más debilitadora porque los países más pobres deben hacer frente a unos obstáculos geográficos que piden a gritos inversiones compensatorias, pero dichas inversiones son sencillamente prohibitivas. (p. 176)
Es por ello que:
Cuando los países luchan por liberarse de la pobreza extrema, el papel del Estado está claro: consiste en contribuir a que la población satisfaga sus necesidades básicas (alimento, agua potable, vivienda, servicios sanitarios, nutrición) y en invertir en agricultura en infraestructuras esenciales (carreteras, ferrocarriles, electricidad, telecomunicaciones, internet, puertos) para sentar las bases para un crecimiento económico liderado por el sector privado. Cuando los países escapan de la pobreza extrema y empiezan a adquirir riqueza, aflora otra función del sector público: la seguridad social. La seguridad social extiende el concepto de protección social más allá de las necesidades básicas para incluir la universalización de un amplio abanico de servicios sanitarios, la universalización de los servicios educativos además de la enseñanza primaria (incluidas la educación preescolar, secundaria, profesional, universitaria, de personas adultas y el reciclaje profesional), los subsidios del desempleo, las pensiones de vejez, los seguros frente a diferentes tipos de riesgos naturales y otras prestaciones económicas familiares en el caso de pérdida del empleo, discapacidad o pobreza extrema por otros motivos. (201)
De manera que un modelo de bienestar social, compatible con un mercado globalizado, resulta más que deseable, no obstante:
El modelo de bienestar social descansa sobre cierta forma de confianza. Parece que la gente está más dispuesta a soportar unos impuestos elevados cuando sabe que sufragan programas que ayudan a personas como ellos. Como las personas pobres de los estados de bienestar tienen los mismo antecedentes culturales y étnicos que el resto de la población, es políticamente más fácil fomentar programas de ayuda para los pobres. El modelo de bienestar social subraya la importancia que tiene, para el éxito del Estado del bienestar, que los ciudadanos se identifiquen con los beneficiarios de los programas gubernamentales. Si las divisiones socioeconómicas coinciden con las raciales o étnicas, es menos probable que lo hagan. Este es un aspecto central. Los costes del racismo son elevados. La diversidad racial y étnica de Estados Unidos y otros muchos países de América Latina se ha traducido en unas sociedades divididas y desiguales, y también ha contribuido al fracaso del Estado del bienestar. (p. 209)
Por todo lo anterior, debemos comprender que una "prosperidad para todos" solo es posible a partir de la interconexión entre el sector público y el privado:
Las promesas del Milenio son los objetivos del mundo para el desarrollo sostenible y deberían orientar nuestra acción común. Alcanzar esos objetivos requiere un proceso complejo y global, un proceso que excede la capacidad de cualquier gobierno o de cualquier otro sector social en solitario. En una de las redes globales, estos trascendentales objetivos exigirán una red capaz de aprovechar las energías y dotes de todos los sectores de la sociedad. (p. 229)
El sector público tiene cuatro responsabilidades principales:
- Sufragar la investigación científica básica.
- Promover el desarrollo y la demostración de tecnologías en fases iniciales.
- Crear un marco político global para la búsqueda de soluciones.
- Financiar la generalización de innovaciones y tecnologías de éxito.
El sector privado tiene dos responsabilidades principales (además, claro está, de obtener beneficios):
- Invertir en I + D, a menudo con financiación pública.
- Aplicar soluciones tecnológicas a gran escala en colaboración con el sector público.
El sector no lucrativo tiene cinco funciones elementales:
- Elevar recomendaciones públicas.
- Canalizar la iniciativa social y la resolución de problemas.
- Aportar la financiación inicial de las soluciones.
- Vigilar al gobierno y al sector privado.
- Realizar investigación científica, sobre todo en las instituciones académicas.
Así pues:
Debemos esforzarnos por incrementar el bienestar en todo el mundo mediante el crecimiento económico, pero hacerlo sin arruinar el clima del planeta ni deteriorar los ecosistemas hasta el punto de que no puedan seguir prestándonos los servicios que necesitamos y sustentar la biodiversidad de la Tierra.
Pero ello sólo será posible si admitimos que:
Como seres humanos, nuestra mayor responsabilidad es conocer la verdad lo mejor que podamos, una verdad lo mejor que podamos, una verdad que es al mismo tiempo técnica y ética. Lo que nos salvará será una conciencia científica amplia unida a una empatía que nos permita comprender las calamidades de los pobres, los desposeídos, los jóvenes desesperanzados o las comunidades rurales amenazadas por los cambios desconcertantes. Gandhi describió su vida como un experimento consistente en "vivir en la verdad", y ese enfoque tendrá que convertirse también en el experimento de nuestra generación. Sin ese compromiso con la verdad, caeremos víctimas de falsas y provocadores divisiones religiosas, regionales y económicas. Sin un esfuerzo decidido por generar comprensión y empatía hacía otras sociedades, corremos el riesgo de caer en una espiral de desconfianza e incluso odio abocada al "nosotros contra ellos". (p. 263)
Nuestros problemas son solubles, pero mientras intentamos resolverlos, oiremos un millón de noes. "No, no es preciso cambiar"; "no, no podemos cambiar"; "no, tenemos que prepararnos para la guerra"; "no, no podemos correr el riesgo de buscar la paz"; Pero tras el último "no" vendrá un "sí". (...) Las posibilidades de éxito dependerán del extremo hasta el cual cada uno de nosotros, en los muchos papeles que desempeñamos en la sociedad, se convierta en un agente positivo para el cambio. (p.246)